jueves, 28 de noviembre de 2013

Sonrisa en la cara, esperanza en el corazón, objetivo en la mente.




               No puedes, no das más de ti, todo el mundo te estira sin darse cuenta de que te puedes llegar a    romper, que da igual lo flexible que seas, tarde o temprano acabarás rasgándote.

                Todo es presión a tu alrededor, tus padres, tus profesores, tus amigos, y lo que es peor, tú mismo, exigiéndote más y más, explotándote, sufriendo, pero ¿por qué?

                Lo quieres todo, todo y ahora, necesitas ser el más brillante de la clase y a la vez el más atractivo, el más inteligente sin llegar a ser irritante, el más gracioso sin ser un payaso, el más deseado sin convertirte en un arrogante.
Necesitas quererte.

                 ¿Se puede tener todo? Si es así, que alguien me diga cómo, ¿cómo puedo llegar a ser la persona con la que siempre he soñado? Alguien valiente, inteligente, que merezca ser admirada, que lo que sea notable sea su ausencia y no su molesta y contante presencia. Alguien fuerte, que sepa responder, que sepa defenderse, que proteja a los débiles.
Porque la verdadera valentía no es no temer a nada, sino saber superar el miedo.

                   Mis deseos ya no se reducen a mis sueños de infancia, tales como ser una cantante famosa o simplemente ser la más popular del colegio.
Quiero ser influyente, que mi opinión sea escuchada y se vuelva importante, que mi débil voz se vuelva fuerte y cambiar aquello  que me parece erróneo o injusto, que la gente guarde silencio porque merezco ser oída.

                  Nos dicen que debemos convertirnos en personas de valor, ¿a qué se refieren con eso?
Desde pequeños nos damos cuenta de que la justicia no es igual para todos, al fin y al cabo, los Reyes Magos les llevan regalos a los niños malos. Si es así ¿para qué ser bueno?

                 No dejamos de esforzarnos día tras día para conseguir nuestro objetivo, ya sea una nota para entrar en la carrera que queremos o intentar cumplir un sueño que aparentemente parece inalcanzable.
                 Pero ¿por qué? ¿por qué lo haces? ¿porque se supone que debes hacerlo? Muchos de los que no hacen nada acaban consiguiendo nuestros objetivos mucho antes que nosotros mismos. ¿Merece la pena sufrir por algo que quizá no puedas tener?

                   Pues si, trágate toda esa presión, aguanta todos los golpes y responde con más fuerza, nadie va a hacer nada por ti, solo tú mismo, así que, deja de pensar en lo que quieren los demás para ti y empieza a preguntarte qué es lo que realmente quieres tú porque al caer el día estarás solo, solo  con tus recuerdos, ¿huirás?  o ¿Estarás orgulloso de ellos?

                   Un paso, dos, tres, respira, cabeza bien alta, sonrisa en la cara, esperanza en el corazón, objetivo en la mente. Esto es lo que te llevará a tu propio éxito.


                                   

                                                                                 Anabel Glez.
                                                                                    TdA